

Vanessa regresó a su casa en San Diego tras un agotador viaje de negocios de tres semanas a Nueva York, deseosa de sorprender a su esposo, Eric. Era pasada la medianoche cuando aterrizó su vuelo, pero la emoción superaba el cansancio. Entró en silencio en su casa, con cuidado de no encender ninguna luz, con la intención de meterse en la cama y despertar a Eric con su presencia.
Pero al llegar al dormitorio, lo que vio la dejó paralizada. Bajo la tenue luz de la luna, Eric dormía profundamente a un lado de la cama, y al otro, envuelto cómodamente en una manta azul, había un bebé.
Paralizada por la incredulidad, Vanessa observó al pequeño bebé que yacía justo donde solía dormir. Habían colocado una almohada a su lado como para protegerlo. Ella y Eric no tenían hijos. Él no tenía familia conocida. Entonces, ¿de dónde había salido este bebé?
Con el corazón latiéndole con fuerza, despertó a Eric. “Eric. Despierta. Ahora mismo.”
Parpadeó, aturdido. “¿Vanessa? ¿Qué haces aquí?”
—A la cocina. Ahora —ordenó.
Aún aturdido, Eric la siguió, frotándose los ojos al encenderse la luz de la cocina. Vanessa lo encaró con los brazos cruzados, con la furia apenas contenida. “¿Podrías explicarme lo del bebé en nuestra cama?”
Eric suspiró. «Lo dejaron en la puerta hace unos días. No sabía qué más hacer. Solo… lo he estado cuidando».
Vanessa se quedó boquiabierta. “¿Y no se te ocurrió llamar a la policía?”
Quería hacerlo. Pero necesitaba leche de fórmula, pañales… no paraba de llorar. Era abrumador. Pensé en llamar cuando todo se calmara. Lo siento. Descansemos un poco; hablamos por la mañana.
Vanessa se quedó sin palabras, con la mente dándole vueltas, pero demasiado cansada para seguir discutiendo. Lo siguió a regañadientes de vuelta a la cama, con la confusión y la sospecha dando vueltas en su cabeza. A pesar de todo, el sueño la venció más rápido de lo esperado.
A las 7:03 a. m., unas voces la despertaron. Una mujer hablaba en voz baja, pero con firmeza.
Eric, tienes que decírselo. No puedes seguir mintiendo.
—Lo sé. Es solo que… primero quiero los resultados del ADN —respondió Eric.
Vanessa se incorporó alarmada. ¿ADN? ¿Quién era esta mujer? ¿Qué estaba pasando?
Entró en la sala y encontró a Eric y a una mujer conversando. “¿Qué pasa? Lo oí todo. ¿Es la madre del bebé?”
La mujer pareció sorprendida y luego se rió. “¿Mamá del bebé? No.”
—¡No tiene nada de gracia! —espetó Vanessa—. ¿Eric, me engañaste con ella?
—No, no, en absoluto —dijo Eric, levantando las manos—. Por favor, déjame explicarte.
“Tienes diez segundos.”
Esta es Mariah. Podría ser mi hermana.
Vanessa parpadeó. “¿Qué?”
La conocí hace dos semanas por casualidad en el supermercado. Nos miramos y… supimos que algo pasaba. Empezamos a hablar. Resulta que ambos crecimos en hogares de acogida. Estamos esperando una prueba de ADN, pero estamos bastante seguros de que somos hermanos.
Mariah asintió. «Todo cuadra. Incluso recuerdo a un chico del hogar comunitario que podría haber sido Eric».
Eric continuó: «Llamó anoche presa del pánico. Su esposo estaba fuera de la ciudad y tenía una emergencia familiar. Me rogó que cuidara a su hijo, Leo. No quería molestarte mientras viajabas, y cuando llegaste a casa, estaba demasiado cansado para explicarte».
Vanessa los miró a ambos, tratando de entenderlo todo. Mariah sí se parecía a Eric: los mismos ojos, la misma mandíbula. La historia era disparatada, pero tenía sentido.
—Lo entiendo —dijo Mariah con dulzura—. Es mucho. Pero jamás me interpondría en un matrimonio. Estoy casada y tengo dos hijos más en casa.
Vanessa dejó escapar un largo suspiro; su ira se disipó poco a poco. “De acuerdo. Te creo”.
Los tres se sentaron a tomar café y bagels. Eric se disculpó por no haberle dicho antes; no quería estresarla mientras estaba fuera. “Me pareció demasiado importante para decirlo por teléfono”.
Unos días después, los resultados de ADN lo confirmaron: Eric y Mariah eran hermanos. La noticia lo cambió todo.
Para Eric, significó descubrir una familia que nunca supo que tenía. Para Vanessa, significó dar la bienvenida a una cuñada y a un sobrino adorable. Esperaba volver a casa y retomar su rutina habitual, pero en cambio, se embarcó en un nuevo capítulo lleno de familiares inesperados y conexiones perdidas hace mucho tiempo.
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